SAN JUAN – Tras la conmoción que las expresiones del Sen. Ramón L. Nieves sobre Jorge Raschke han causado, Humanistas Seculares de Puerto Rico (HUSE) reitera lo que ha ido documentando desde que se fundó a entidad en 2011: Hay un sector de religiosos fanáticos en la Isla que se han convertido en mercaderes del templo. Utilizan la influencia entre sus fieles para enriquecer sus finanzas personales, inducir miedo en la clase política y promover una agenda de odio, discrimen y desigualdad. Los comentarios del Sen. Ramón L. Nieves dan voz a lo que muchos creyentes y no creyentes piensan: que esos mercaderes del templo son unos charlatanes.
Según Rivera, “la Real Academia Española da unas definiciones bien claras de lo que es un «charlatán»: la palabra se usa para referirse a embaucadores, a los que hablan mucho sin decir nada, a aquellos que se dedican a la venta ambulante y anuncian a los cuatro vientos su mercancía”. Rivera cuestionó si, “¿acaso eso no es lo que están haciendo mercaderes del templo como Jorge Raschke y Wanda Rolón cuando se montan en tribuna frente al Capitolio, cuando utilizan la figura de Jesús como mercancía para promover y vender su agenda de odio, discrimen y desigualdad a la clase política a cambio de votos o para intimidarlos con que les van a quitar votos?”
Por su parte, la Lcda. Mariana Nogales Molinelli, Secretaria de HUSE, señaló que “debe quedar claro que el mismo derecho que reclaman los sectores fundamentalistas del país para promover sus agendas de odio, discrimen y desigualdad, que la primera enmienda protege, también protege el derecho a la libertad de expresión, en especial cuando esa expresión no falta a la verdad sino que reitera la misma. Y, cuando alguien dice la verdad, no tiene porqué pedir perdón”, puntualizó.
En la Isla hay una epidemia de alcaldes declarando ayunos, de empleados de gobierno que son obligados a participar de cultos religiosos y escuchar rezos a través de altoparlantes, y hasta estudiantes (que son menores de edad) en escuelas públicas que son obligados a participar de círculos de oración y actividades religiosas, lo que claramente contraviene la Separación de Iglesia y Estado en nuestra Constitución. Y sobre ese último punto, es sólo cuestión de tiempo para que un padre o madre (o varias familias) demanden en la corte federal al Departamento de Educación por violarle los derechos civiles y constitucionales a sus hijos.
De acuerdo con Luis Ramos, Vicepresidente de la entidad, “HUSE ha documentado ampliamente que a diario y sistemáticamente se violan los derechos constitucionales que protegen la libertad de expresión y religión de los estudiantes en las escuelas públicas, y ningún jefe de agencia que tome su deber en serio debería permitir violaciones tan crasas a nivel constitucional que podrían culminar en demandas federales costosísimas”. Ramos apuntaló que “estamos hablando de menores de edad, de que en un país sediento por una clase joven bien educada en matemáticas y ciencias, en vez de estar impartiendo instrucción se están inculcando creencias religiosas y eso es ilegal”.
En los momentos que atraviesa la Isla, en vez de enfocar sus energías en promover armonía y un sentido de comunidad, lo que hacen estos mercaderes del templo es promover la discordia, que los puertorriqueños se detesten unos a otros porque no están de acuerdo con la persona que otro decide amar, con las decisiones que las mujeres toman sobre sus cuerpos, y hasta por quién deciden votar en una elección. En una democracia, la religión siempre debe estar apartada de la política para preservar la equidad y la paz social. Incluso, el que los estudiantes en las escuelas públicas pierdan tiempo haciendo círculos de oración y realizando cultos, inculcándoles creencias en mitos y lo sobrenatural, en vez de enseñarles el valor de la ciencia y la evidencia para mejorar la calidad de vida es un desfavor al futuro económico de la Isla. Son los mercaderes del templo quienes deberían estar pidiéndole disculpas al país.
Como entidad secular que reúne a ateos, agnósticos y librepensadores, a pesar de los prejuicios y estigmas existentes contra la población no creyente, HUSE no busca prohibir la religión, sino fomentar una sociedad puertorriqueña donde se respeten los derechos de todos y todas sus ciudadanas, incluyendo a las minorías, y en la que los políticos y gobernantes se dejen guiar por el sentido común y la razón, no los intereses especiales de ciertos grupos religiosos.